Se coloca la primera piedra de la nueva colegiata, hoy concatedral de Santa Maria

Sucedió el 23 de junio de 1816

En una ceremonia a la que acudió lo más granado de la sociedad viguesa de principios del siglo XIX, se colocó un día como hoy, hace exactamente 200 años, la primera piedra del nuevo templo que sustituiría a la antigua colegiata de Santa María, entonces la iglesia parroquial más importante de Vigo. Este capítulo de la vida de nuestra ciudad forma parte de una historia llena de penalidades y obstáculos que contribuyeron a dejar el primitivo templo gótico en un estado de tal deterioro que no hubo más remedio que empezar de cero y edificar la iglesia desde sus cimientos.

De la colegiata de Santa María tenemos varias referencias durante el medievo. Se sabe que en 1403 se construye un nuevo templo gótico sobre el primitivo románico que había sido sede de una encomienda templaria en el siglo XIII. Con el paso del tiempo y el aumento de la población viguesa la iglesia se convierte en colegiata en el año 1498, a petición del obispo de Tuy, y se le adjudican un prior y seis racioneros. Este hecho da cuenta de la importancia que ya tenía la población en esa época.

Pero no pasará mucho tiempo antes de que comience el deterioro de la nueva iglesia. Vigo, villa costera y situada en una ría de fácil entrada para los barcos, será víctima, como otras muchas poblaciones del estilo, de diversos ataques por mar. Y en 1589 ocurrirá el primero de manos del temible pirata inglés ( temible pirata para los españoles y héroe para los ingleses ) Francis Drake. En el marco de las guerras entre Felipe II e Isabel I, llegará a las costas gallegas con una flota de varias naves y arrasará la pequeña población, quemándose parte de su colegiata.

Años después la iglesia sufrirá más daños en el curso de las guerras contra Portugal a mediados del siglo XVII y contra Inglaterra de nuevo a principios del XVIII. Y así irán pasando los años en los que se sucederán destrozos y posteriores reparaciones, unas veces importantes, otras veces simples remiendos. Cuando comienza el siglo XIX la colegiata se halla en un estado deplorable, tal como describen varios textos del archivo histórico de la catedral de Tuy y del archivo municipal de Vigo. Tras la invasión francesa de 1808 y el bombardeo que tiene lugar en la reconquista del 28 de marzo de 1809, se producen nuevos daños. Posteriormente, a principios de 1811, tiene lugar el derrumbe de uno de los muros que daban a la calle Oliva, a la izquierda de la fachada principal. Finalmente, el 28 de marzo de 1813, estalla un polvorín situado cerca de la colegiata que afecta ahora al techo de la iglesia el cual cae parcialmente en el interior de la misma ocasionando algunas víctimas. Es entonces cuando por fin se decide derribar todo el edificio y empezar uno nuevo.

Antiguos planos de la Colegiata o Concatedral de Santa María por el arquitecto Melchor de Prado y Mariño. Fachada principal.

Ya en 1811 se le había encargado un primer estudio y proyecto al arquitecto Domingo Novas que propone derribar todo pues no vale la pena conservar nada del viejo edificio. Será al final otro arquitecto, Melchor de Prado y Mariño, quien respaldado por la Academia de Bellas Artes de San Fernando (que entonces se consideraba el máximo referente en cuanto a estudios arquitectónicos de todo tipo) resulte elegido por un consejo local para emprender las obras de la nueva iglesia.

Antiguos planos de la Colegiata o Concatedral de Santa María por el arquitecto Melchor de Prado y Mariño. Lateral.

Melchor de Prado tenía ya varios trabajos a sus espaldas, como unos proyectos de reforma de la puerta Santa de la catedral de Santiago, la reordenación urbana de las poblaciones de Ribadeo y Noya y la iglesia de San Benito en la plaza de Cervantes de Santiago de Compostela. Ésta última, diseñada como una basílica de tres naves con las dos laterales sumamente estrechas, será el modelo que siga el arquitecto para la nueva iglesia viguesa.

Antiguos planos de la Colegiata o Concatedral de Santa María por el arquitecto Melchor de Prado y Mariño. Planta.

Tendrán que pasar cinco años entre que se consiguen fondos (en esa época se llamaban «arbitrios», una especie de IVA sobre algunos productos, impuestos de aduanas en el puerto, etc) además de las consiguientes autorizaciones de la Diputación Provincial de Galicia (permiso de demolición en 1814) y el rey Fernando VII (finales de 1815) para que en 1816 se pueda empezar al fin a construir la nueva iglesia.

A partir de 1816 se van retirando parte de las joyas más importantes de la antigua Colegiata, como el Cristo de la Victoria o la Virgen de la Asunción, a la pequeña y cercana capilla de la Misericordia. Muchas de las imágenes se venderán a otras iglesias parroquiales de los alrededores. En esta pequeña iglesia que servirá como lugar de culto hasta que finalicen las obras, se construye una pequeña y nueva torre con restos de piedra de de la demolición donde se colocarán las campanas. También se conservará el viejo reloj que será instalado en una espadaña en la actual plaza de la Princesa. Los escombros que se van retirando se llevan a la plaza de la Piedra y a la salida de la puerta de la Gamboa con el fin de reutilizarlos. Finalmente, dada la mala calidad de los mismos, se emplearán en el relleno del llamado Campo de las Redes que se extendía desde la calle Falperra hacia el Berbés en una gran pendiente: será la base del futuro paseo de Alfonso que se trace varios años después.

Iglesia de San Benito, en la compostelana plaza de Cervantes, obra de Melchor de Prado y Mariño

Por fin, despejado y nivelado ya el terreno, se dejó la noche previa una cruz que fue custodiada durante toda la velada. Y en la mañana del 26 de junio de 1816, hace exactamente 200 años, tuvo lugar la ceremonia de colocación de la primera piedra del nuevo templo vigués. El acto fue presidido por el obispo de Tuy Juan García Benito. Se colocó una caja de plomo enterrada debajo de la primera piedra en la que había una placa de plata con las armas de la ciudad grabadas, así como el nombre del rey Fernando VII y la fecha. Además se escribieron en una vitela los nombres del obispo de Tuy y el de las autoridades principales de la ciudad. Había también varias monedas de oro, plata y bronce acuñadas en ese año, una guía para forasteros y la gaceta del último correo.

Interior de la iglesia de San Benito, de arquitectura similar a la concatedral viguesa

El discurso de la misa solemne fue: » Año de MDCCCXVI. A los diecisiete años del pontificado de nuestro S.S Pío VII y a los nuebe del reynado de nuestro augusto Soberano el señor D. Fernando VII, Se dió principio á la construcción de la Iglesia Colegiata de eta Ciudad de Vigo: siendo Obispo de Tuy el Ilmo. Señor D. Juan García Benito, quien há colocado en ella la primera piedra: Comandante militar el Señor Mariscal de campo Don Alexandro Oxea: Juez Presidente del Ayuntamiento el Licenciado D. José Antonio Caballero: Regidores D. Lorenzo Llorente y Romero, D. Buenaventura Marcó del Pont, D. Norberto Velázquez Moreno, D. Gabriel Méndez de Quirós y D. Pedro Abeleyra: Diputados del Común D. Francisco Julián Pérez y D. Antonio Paz y Procurador Síndico General el Doctor D. Pedro Ramón Fernández Barreiro: Prior del Cabildo eclesiástico D. José Antonio Laxe: Racioneros D. Manuel González y D. José María Salgado: baxo los Diseños y dirección del Arquitecto Académico D. Mechor de Prado y Mariño «.

Por último, no sería hasta el año 1836 cuando por fin tuviese lugar la ceremonia de bendición de la nueva iglesia, concretamente el 13 de marzo. Se trató pues de un proceso laborioso dependiente siempre de la disponibilidad de dinero como lo habían sido también las antiguas catedrales.

Fuentes:

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