HACE 148 AÑOS – 18 DE FEBRERO DE 1868
Según la narración de “Veinte mil leguas de viaje submarino” en tal día como hoy el capitán Nemo, protagonista de la más famosa de las novelas de aventuras de Julio Verne, entraba a bordo de su emblemática nave en nuestra ría y ponía la proa de la misteriosa embarcación hacia el estrecho de Rande con el objetivo de encontrar las riquezas que los galeones españoles de la Flota de la Plata ( destruidos en la batalla del año 1702 contra ingleses y holandeses ) habían ocultado desde entonces escondidas en sus bodegas y en el fango del fondo del mar.
Julio Verne, el escritor francés que imaginó en sus libros algunas de los grandes creaciones del futuro, escribió esta obra en forma de diario. Así sabemos que la acción comienza en 1866, cuando varios barcos son hundidos por una extraña criatura marina. En junio de 1867, la fragata Abraham Lincoln zarpa de los muelles de Nueva York a la caza del monstruo responsable. Y, como asesor científico, viaja el zoólogo Aronnax, acompañado de su mayordomo.
Tras meses de búsqueda infructuosa, el 7 de noviembre de 1867, la fragata es embestida por el monstruo y se caen al agua Aronnax y su mayordomo Conseil, así como el arponero de ballenas canadiense Ned Land. Nadando llegan a lo que piensan que es una isla pero descubren que en realidad se trata de un submarino que ha emergido para recoger a los naúfragos. En los meses sucesivos, la nave cruza el Ecuador, avista las islas Marquesas, pasa las Nuevas Hébridas (25 de diciembre) y tiene un combate con los aborígenes de Papúa (9 de enero). Finalmente, atraviesa el estrecho de Gibraltar y entra en la ría de Vigo el 18 de febrero de 1868. Será una breve escala, con un único objetivo: acceder a la auténtica caja de caudales del capitán Nemo, el tesoro de la flota hundida en la batalla de Rande. Tras cargarse de riquezas recuperadas por los buzos, el Nautilius enfila hacia las islas Cíes y abandona la ría para llegar al día siguiente a la Atlántida, situada muy cerca, según la novela.
«Pues bien, señor Aronnax, estamos en la bahía de Vigo y solo de usted depende que pueda conocer sus secretos«. Con esta frase invita el capitán Nemo a su prisionero, el biólogo Pierre Aronnax, a asistir a uno de los momentos más ambicionados por arqueólogos, historiadores y cazatesoros: recuperar el oro de los galeones de Rande. A la ría de Vigo le dedicaba Julio Verne el episodio octavo del segundo libro de la novela y gracias a este capítulo Vigo entró a formar parte de la historia de la literatura universal de la mano de una de las novelas más veces traducidas. Y es que a finales del siglo XIX el mito de las riquezas de la Flota de la Plata había ya movido a numerosos aventureros de diversas procedencias que con los rudimentarios métodos de la época trataban de encontrar el tesoro soñado que finalmente encontraría el capitán Nemo en la ficción.
Unos años después de la fecha en la que se desarrolla la acción del libro, Julio Verne pasará cuatro días en Vigo, del 1 al 4 de junio de 1878, a bordo de su yate Saint Michel III y volverá en el mismo en mayo de 1884. En las dos ocasiones visitará la ciudad y participará de la vida social del momento.
El novelista de Nantes escribía en su diario los hechos más importantes de los viajes que realizaba y así podemos saber algo de lo que hizo en Vigo durante aquellos días de finales del siglo XIX. Asiste a la procesión del Cristo de la Victoria, ( que por aquel entonces se celebraba en junio ), disfruta de las fiestas de la Reconquista también en este mes ( en sus notas apunta: «Fiesta por la independencia recobrada en 1809 sobre los franceses. Fuegos de artificio. Música. Admisión al Casino. Iglesia reciente, murmullos, no hay sillas» ), visitará en barco la bahía de San Simón que había descrito en su obra, participará del baile de la sociedad recreativa “La Tertulia” y se entrevistará con las autoridades políticas locales y con otros vigueses del mundo empresarial e intelectual de la época que celebrarán la llegada del famosísimo escritor, entre ellos Manuel Bárcena Franco, futuro conde de Torrecedeira, el comandante militar de la plaza, el general Manuel Llorente y el vicecónsul francés Francisco Tapias Pascual. Cuando vuelva en 1884 contará de nuevo en sus apuntes personales la entrada en la ría contemplando las islas Cíes y el fondeo posterior ya en puerto. Se tomará un café en la Plaza de la Constitución y al día siguiente dará un buen paseo subiendo hasta la fortaleza de O Castro ( «Vista admirable. La bahía y los valles», escribe).
En un periódico local fechado el 3 de junio de 1878 se lee: “Casi al mismo tiempo que el Flore soltó el ancla en este puerto, presentóse cruzando la ría un bonito yatch de vapor con pabellón francés; era el Saint Michel Nantes, propiedad del popular novelista Julio Verne, que con otros amigos va de paso para el Mediterráneo, donde piensa visitar algunas poblaciones de España.- El famoso novelista estuvo anoche en el paseo de la Alameda, y más tarde concurrió al baile de La Tertulia, donde pronunció algunos brindis en español, los cuales fueron contestados por el Sr. Bárcena (D.Manuel) como presidente de la sociedad.- Es indudable que Mr.Verne, a quien le ha agradado mucho la posición geográfica de Vigo y su pintoresca campiña, lleva a la vez grato recuerdo de la sociedad viguesa que tuvo ocasión de conocer bajo uno de sus más bellos aspectos, en un baile de La Tertulia”.
Aprovecharía también la visita para realizar reparaciones y algunos ajustes en su barco, que corrieron a cargo del industrial Antonio Sanjurjo Badía, el cual poseía un taller y un pequeño astillero en el Arenal.
Julio Verne (Nantes, 1828 – Amiens, 1905 ) escribió «Veinte mil leguas de Viaje Submarino» en 1869 la primera parte y 1870 la segunda, después de otras dos novelas de gran fama, “Cinco semanas en globo” y “Viaje al centro de la tierra” y dentro de la serie de “Viajes Extraordinarios” publicada en colaboración con el editor Pierre-Jules Hetzel. Se convirtió entonces en un escritor de fama universal. Con el paso del tiempo además sus obras tuvieron una gran influencia en la literatura vanguardista y el surrealismo y desde 1979 es el segundo autor más traducido en el mundo, después de Agatha Christie. Es considerado, junto con H.G. Wells el «padre de la ciencia ficción». Fue condecorado con la Legión de Honor por sus aportes a la educación y a la ciencia.
En 1877 compró su yate el Saint Michel III por la suma de 55.000 francos. Había sido construido en los astilleros Jollet&Babin de Nantes, en principio para otro dueño, el Marqués de Prélaux, y una vez terminado aquel se lo vendió al escritor. Era una yate mixto, de vela y vapor, de 38 toneladas, con una eslora de 31 metros, casco de acero, 2 palos, y una máquina de 2 cilindros y 100 CV que le permitían una velocidad de 10 nudos. Disponía de una tripulación formada por 10 personas con su capitán. Es decir se trataba de un auténtico lujo de millonario.
A bordo del Saint Michel III Julio Verne realizó cuatro grandes cruceros: el primero por el Mediterráneo en 1878, cuando visitó Vigo, el segundo en 1879 por Inglaterra y Escocia, el tercero en 1881 por Alemania y Holanda y el último en 1884 también por el Mediterráneo y recalando en Vigo nuevamente.
El Vigo de 1878 era una ciudad de 13.500 habitantes que estaba empezando a crecer de una manera importante. Reinaba en España Alfonso XII tras la restauración monárquica de 1874 con el pronunciamiento de Sagunto del general Martínez Campos y el consejo de ministros lo presidía Antonio Cánovas del Castillo. En nuestra ciudad se había aprobado en 1870 el proyecto de Nueva Población por el que se rellenaría, ganándole al mar, la zona comprendida entre la calle Laxe y la actual calle Colón. Durante varios años las obras emprendidas por el empresario Emilio García Olloqui irían cubriendo con grandes piedras y tierra toda la zona que hoy en día forman la plaza de Compostela, la calle Luís Taboada y Montero Ríos. La Alameda se convertirá en el principal sitio de paseo y de reunión de los vigueses.
En 1872 se aprueba el proyecto para mejorar el muelle de la Laxe, de piedra, que era el embarcadero para los botes de pasajeros que llegaban de los barcos fondeados en la ría y en 1875 el de Comercio, construído en madera para descarga de mercancías. En 1873 ya se habían instalado los ingleses de la Eastern Telegraph Company, es decir del Cable Inglés, cuyas primeras oficinas para manejar las comunicaciones submarinas entre Vigo y Potcurn en Inglaterra se situaban en la calle Real y a partir de 1876 en el número 31 de la calle del Príncipe. Además se termina en 1878 la nueva estación de ferrocarril en el mismo emplazamiento que la actual de Urzáiz.

Postal de finales del siglo XIX con la estación de tren recién construida. Colección Salvador Fernández de la Cigoña.
! Gracias!.
Enhorabuena por el artículo que me parece completo e interesante. Tenía informaciones que en su primera visita a Vigo en 1878 mi bisabuelo Francisco Tapias Pascual, al ser el vicecónsul de Francia actuó de cicerone enseñándole la ciudad.
Muchas gracias por el comentario. Y sí que creo haber leído yo también que Francisco Tapias estaba presente aunque no sabía que era el vicecónsul por lo que esta información la voy a añadir a la entrada.
Si me mandas tu correo te puedo enviar el artículo completo. Creo es de 2014 con lo que podrías completar lo escrito.
Saludos Enrique
Ok. galoalca@me.com