Antonio López de Neira y Freire fue alcalde de Vigo y se convirtió en una de las figuras más significadas de la ciudad a comienzos del siglo pasado.
Nació en Sober, pueblo de la provincia de Lugo, en 1827, y de joven llegó a Vigo donde se empleó como dependiente de un comercio. Consiguió reunir un pequeño capital con el que pudo establecerse por su cuenta montando su propia tienda de ultramarinos. El negocio prosperó y el siguiente paso fue invertir en un terreno de la entonces naciente calle del Príncipe. Aquí se construiría su casa en la que viviría hasta su fallecimiento.
Al igual que muchos emprendedores de su época, participó en otros proyectos empresariales, como en la fábrica de papel que había creado Antonio Sanjurjo Badía en Santa Cristina de Lavadores, y una fábrica de chocolate que abrió también en la céntrica ya calle del Príncipe. Fue además representante de la Compañía Trasatlántica en Vigo y consejero del Banco de España en la ciudad.
En 1874 pasa a formar parte de la corporación municipal como primer teniente de alcalde. En 1897 se convierte en alcalde de Vigo, sucediendo a Marcelino Astray de Caneda. Ocupa el cargo hasta 1901 y repetirá el mandato durante unos meses durante el año 1905. Además fue diputado provincial durante cuarenta años y de 1905 a 1909 presidente de la Diputación de Pontevedra.
En política figuró siempre al lado de su gran amigo José Elduayen, ambos en el Partido Conservador, y con él colaboró en muchas de las mejoras que Vigo debe al Marqués del Pazo de la Merced.
Durante su mandato en la alcaldía emitió un empréstito de tres millones de pesetas con las cuales pagó las deudas del Ayuntamiento. En estos años se proyectó el mercado de la Laxe y se terminó el adoquinado de varias calles que hasta entonces eran de tierra, como la puerta del Sol o la mejora de la cartera provincial de Vigo a Bouzas. Consiguió también que se llevaran a cabo obras de reforma en el Lazareto de San Simón, como la canalización de agua potable para la isla, en la que participó su amigo Antonio Sanjurjo Badía.
En su época de regidor local tuvo lugar en 1900 la visita a Vigo de la regente de España María Cristina y su hijo el futuro rey Alfonso XII, que entonces tenía 14 años. Con motivo de este evento le fue otorgada la Gran Cruz de Isabel la Católica.
Fue además cónsul de Chile y de Costa Rica, diputado del puerto en la antigua Junta de Sanidad, presidente de la Junta de la Casa de Caridad, de la Cámara de la Propiedad, de la Sociedad de Abastecimiento de Aguas fundada a principios del siglo XX y de la Junta de Obras del Puerto.
En 1880 López de Neira se convirtió en el primer vigués que contó con luz eléctrica en su casa y el 30 de mayo describía la prensa local la gran noticia: «El miércoles por la noche se probó en casa del Señor López de Neira la luz eléctrica que para mayor lucimiento de las próximas fiestas del Santísimo había encargado a París dicho señor». La crónica continuaba diciendo: «La proverbial naturalidad y amable deferencia del Señor Neira fue causa para que muchos de sus amigos se personasen en la rica morada y deliciosa huerta a presenciar los efectos luminosos del aparato, el cual funcionó bien, llevando la luz a larga distancia, y que al reflejarse en las galerías y casas del Placer de afuera, produjo agradable impresión entre las personas que inesperadamente se vieron inundadas por una claridad tan intensa como la del sol, aunque de melancólico reflejo como la luz de la luna». «Una de las cosas que más nos ha llamado la atención en aquellos momentos fue el asombro que la luz produjo sobre los insectos que se albergaban entre el ramaje de los árboles, que vistos desde lejos parecían pintados con un verde ultramar, más bien que obras de la naturaleza».
Aquella instalación eléctrica la utilizaría después, a partir de aquel año 1880 y durante bastante tiempo, para dar mayor realce a la procesión del Cristo de la Victoria, en su salida de la Colegiata. Como si fuera un milagro.
En su libro » La ciudad y los días » José María Álvarez Blázquez describe la llegada de la luz a las primeras calles de la ciudad, pasados 16 años del estreno en la casa de lópez de Neira. «Fué, pues, el 22 de diciembre de 1896, un día luminoso en que Vigo conoció la alegría de la luz eléctrica, aquella maravilla del siglo de las luces, el siglo – dígase lo que se quiera – más sugestivo y sorprendente de nuestra historia. La «Sociedad para alumbrado y calefacción de Coruña y Vigo», la misma que había instalado su flamante fábrica de gas en Picacho, instaló la nueva factoría a base de dos motores sistema Otto de 30 caballos, que accionaban dos dinamos de corriente contínua de 250 voltios y 120 amperes».
- López de Neira en la actualidad con el túnel al fondo bajo el Progreso. Fotografía Eduardo Galovart
Al parecer, con motivo de la inauguración, la multitud se había concentrado en la Puerta del Sol y Plaza de la Constitución, donde se habían instalado las primeras lámparas eléctricas. «El acto de la inauguración revistió gran solemnidad y fue, al propio tiempo, ocasión para que el regocijo popular se desbordase, flotando ya en el ambiente los pascuales gozos de las vísperas navideñas».
Así llegó la luz eléctrica permanente a algunas calles de Vigo. Con diecisiete años de retraso desde su invención por Thomas Edison.
También fue López de Neira el primer ciudadano que contó con teléfono, por lo que cabe suponer que, siendo el único, tendría al menos dos aparatos terminales, que muy posiblemente utilizara para comunicarse desde de su despacho de negocios con su vivienda, y viceversa. Era un hombre muy preocupado, dicen las crónicas, por el progreso científico.
La urbanización de la calle donde se edificó su casa se realizó en 1898 y poco después llevó su nombre.
José Espinosa Rodríguez lo describe en su libro » Tierra de Fragoso » como un modelo de sencillez y modestia y recalca que sólo dos veces dejó retratarse en público. Gozaba de » halagüeña popularidad » y era campechano y afable, por lo que había caído muy bien al joven monarca Alfonso XII, que contaba con tan sólo dieciocho años cuando en 1877 visitó Vigo por primera vez. Tanto que cuando dos años más tarde contrajo matrimonio con Cristina de Habsburgo lo invitó a la boda.
Murió en Vigo el 6 de febrero de 1919, a la avanzada edad de 92 años y lamentablemente arruinado es sus últimos años.
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Interesante biografía . Mi abuelo tenía un comercio en la calle del Principe a principio de siglo ; se llamaba “ El capricho” enfrente había una confitería q se llamaba “ Vitoria “ , muy bonita con mesas donde se tomaba café ; el dueño se llamaba Pepe y su mujer Eloísa . Eran encantadores . Yo nací en la calle López de Neira , donde vivían mis abuelos , casi debajo del puente . Me ha gustado el reportaje . Gracias .
Muchas gracias a ti