Playa de las Barcas y Toralla años 70

Playa delas Barcas y Toralla años 70

Playa delas Barcas y Toralla años 70

 

La playa de las Barcas  ( llamada así por una gran cantidad de vigueses ) o también playa de Fontaíña, se muestra en esta foto tal y como se veía a finales de los años 60, principios de los 70. Se trató siempre de un lugar muy familiar, en el que en esa época disfrutaban del sol y del agua grupos de gente muy habituales.

Se ve en el fondo de la imagen la isla de Toralla, cuando entonces no tenía el puente que la unía con la playa del Vao ni la torre de apartamentos, que se construirían poco tiempo después.

La isla Toralla fue  un castro  importante con una altitud de 18 metros. Estaba rodeado por una muralla de 2-3 metros de grueso y 1 m. de alto. En las viviendas circulares, excavadas en campañas varias, se encontraron  muestras de cerámica indígena y ánforas.

Playa de las Barcas en 1965. Fotografía Magar

Playa de las Barcas en 1965. Fotografía Magar

Hay que pensar que en esa época fueron muchas las expediciones de fenicios, griegos y cartagineses que recorrieron nuestra ría en busca de la “casiterita” –estaño- necesario para fabricar el bronce y en los anales están los nombres de los expedicionarios, anteriores a la romanización. Muchos nombres de lugares, hoy, tienen su origen en el que usaron, por primera vez, los visitantes, con las lógicas variaciones que señala la toponimia.

El de Toralla es el nombre que corresponde a la zona costera – aunque lo va perdiendo – y a la isla, a la que todo el mundo le pone delante el  “de” y dicen isla “de Toralla”. Pero no: «Isla Toralla» es su denominación y se ve,  perfectamente en el “Plano de la Ría de Vigo”, realizado por Mateu en su litografía de la calle de la Montera, número 53, de Madrid, para el libro de Nicolás Taboada Leal, -primer cronista oficial de Vigo-, “Descripción  topográfico-histórica de la ciudad de Vigo, su ría y sus alrededores”, editado en 1840.

“Toralla” parece venir de “tor”  y no está clara su procedencia pero sí su significado: “ monte ”; pudo llegar a través del latín, del ibérico o, tal vez, tiene base céltica. El profesor y toponimista Gerardo Sacau  piensa, eclécticamente, que “toralla” obedece a una estructura femenina latina de base celta, “tor”,  y el sufijo latino “alia”, simplificación de tierra: “toralia”, terreno en forma de un  pequeño otero. Y luego añade una serie de topónimos que significan elevación: “Turido” (Alcabre), “Toural” (Teis), “Tourada” (Navia), “Tourón” (Oia), “Torroña”, (Santa María de Oia), etc.

Isla de Toralla en 1910 con la antigua fábrica la Cordelería Ibérica

Isla de Toralla en 1910 con la antigua fábrica la Cordelería Ibérica

No se ha conseguido localizar documentación que acredite, a ciencia cierta, a quién pertenecía realmente la isla antes del siglo XIX., lo que no tiene nada de extraño por la serie de luchas –constantes-, con las típicas depredaciones de los vencedores. Aunque hay historiadores que se inclinan por el Obispado de Celanova, existen documentos, en el archivo de la Catedral de Tuy, que supuestamente dan fe de que la isla era propiedad del Obispado de Tuy y, más concretamente, del Monasterio de Coruxo.

En la historia del Obispado de Tuy y de sus bienes, de Ávila y de la Cueva y en el capítulo XXXV, dedicado a las islas, figura con el nº 6 la isla de Toralla, que describe como situada frente a las parroquias de San Salvador de Corujo y San Miguel de Oya. Se trata de un manuscrito del que existe un solo ejemplar que se conserva en el Museo de Pontevedra. No hay duda, en todo caso, que eran bienes de la iglesia.

Al advenimiento de Juan Álvarez Mendizábal, financiero y político, de origen judío y tendencia liberal, a la Presidencia del Gobierno en 1.835, una de sus primeras disposiciones legislativas fue suprimir, por Decreto, la mayoría de las Órdenes religiosas y, en 1.836, la venta en subasta pública de los bienes de monasterios y conventos.

A raíz de la “Desamortización”, la isla de Toralla fue adquirida por D. Francisco Javier Martínez Enríquez, Marqués de Valladares.

 

Playa de las Barcas en 1970. Todavía no se había empezado la torre de Toralla y se ven sólo árboles

La primera inscripción registral data del 4 de Julio de 1895, en que D. Enrique Lameiro Sarachaga, propietario de la isla en la citada fecha, hace constar la compra de la misma a Dña. María Dolores Elduayen Martínez, sobrina y heredera del Marqués de Valladares, por escritura de fecha 30 de Abril de 1892. En la escritura de venta se cita expresamente, como título de propiedad de la vendedora, el testamento que el Marqués otorgó a su favor ante el Notario de Vigo D. Severo González, el 10 de Febrero de 1888.

Anteriormente, en el año 1882, D. Enrique Lameiro Sarachaga y D.Enrique Daviña habían arrendado parte de la isla, para construir una fábrica de salazón. (Hace tres décadas  se podían ver algunas lajas con canaletas de desagüe – utilizadas como pavimento provisional durante alguna obra-, que muchos visitantes suponían de  épocas castrexas.)

La isla fue vendida por el Sr. Lameiro Sarachaga a D. Martín de Echegaray Olañeta, -un indiano que volvió rico de la Argentina-, el 4 de Octubre de 1910, según consta en la escritura otorgada ante el Notario de Vigo, D.Casimiro Velo de la Viña e inscrita a su nombre, en el Registro de la Propiedad, con fecha 16 de Junio de 1911.

Mis hermanos y yo con mi madre en el verano de 1973. Ya se distingue perfectamente la altura del nuevo edificio que se terminará al año siguiente.

Mis hermanos y yo con mi madre en el verano de 1973. Ya se distingue perfectamente la altura del nuevo edificio que se terminará al año siguiente.

Es famosa la reunión convocada por este nuevo dueño de la isla, el 11 de Agosto de 1911, a la que acudieron un selecto grupo de empresarios y prebostes de la ciudad, entre los cuales nació una idea y propuesta que en el futuro sería uno de los logros más importantes para Vigo: la creación de una sociedad que hiciese realidad la instalación de los tranvías, los cuales comenzaron a funcionar tres años después de aquel almuerzo, -rito tradicional para echar a andar, siempre, un buen negocio-, el  10 de Agosto de 1914.

Con fecha 21 de Octubre de 1965, por escritura otorgada ante el Notario de Vigo D. Alberto Casal Rivas, los herederos de D. Martín Echegaray Olañeta formalizan la venta de la isla al matrimonio formado por D.José Manuel Kowalski Fernández y Dña. Mercedes Peyrona Díez de Güemes, para la sociedad conyugal de gananciales. Se inscribe en el Registro de la Propiedad, a nombre de ambos, el 27 de enero de 1966. La compra de la isla fue un trabajo enormemente laborioso pues se emplearon cuatro años en localizar a los más de veintiséis herederos de D. Martín Echegaray residentes en España, Argentina, Méjico, Francia y Estados Unidos.

El 16 de Diciembre de 1965, por escritura del Notario de Vigo D.Alberto Casal Rivas, D.José Manuel Kowalski y los hermanos D.Guillermo y D.Ramiro Vázquez Lorenzo, constituyen la compañía mercantil Toralla, S.A. aportando a la sociedad el Sr.Kowalski la isla de Toralla, como contrapartida a 100 acciones. Figura esta inscripción  en el Registro de la Propiedad  con fecha 27 de Septiembre de 1966. Tras la compra de los terrenos se proyectará la construcción de una torre de apartamentos y varias viviendas unifamiliares, así como un puente que comunique la isla con la playa del Vao. El edificio será diseñado por José Bar Boo y las  obras terminaran en 1974. Tendrá una altura de 70 metros. El puente tendrá 200 m de longitud.

Asimismo se construyeron dos depuradoras de aguas residuales, por ambas comunidades existentes en la isla, actuaciones éstas que pueden considerarse como pioneras en el ámbito de influencia de la ría de Vigo.

Después de 58 años marcando la altura máxima de la ciudad, en marzo del 2013 el Hospital Xeral dejó de ser ayer el edificio más alto de Vigo. Una torre de comunicaciones de doce metros de longitud instalada en la azotea de los apartamentos de la isla de Toralla convierten a la polémica construcción en la más elevada del municipio al llegar a 82 metros, siete más que el centro hospitalario vigués.

La torre acabó de ser instalada por una grúa de grandes dimensiones que superaba la altura del edificio. La antena, de unos cuatro pisos de altura, pertenece al servicio de Salvamento Marítimo, que ya utilizaba con otras dotaciones la parte superior de la construcción de Toralla desde 1999. La torreta está destinada a telecomunicaciones albergando varias emisoras y estando confeccionada con tecnología austríaca y japonesa. Sobre ella, un pararrayos eleva todavía más el techo del edificio diseñado por Xosé Bar Boo, donde además se instalaron también ayer dos radares con palas de seis y cuatro metros que completan el complejo de Salvamento Marítimo, con mayor calidad y alcance en sus señales que las que tenían hasta ahora en Toralla.

———-

Bibliografía
. Página web de Isladetoralla.com

9 Respuestas a “Playa de las Barcas y Toralla años 70

  1. Oye ,

    Veo el sitio web http://www.vigopedia.com y es impresionante. Me pregunto si el contenido o las opciones de publicidad de banners disponibles en su sitio.

    ¿Cuál será el precio si nos gustaría poner un artículo en su sitio?

    Nota: el artículo no debe ser ningún texto como patrocinado o publicitado o así

    Aclamaciones
    anto desouza

  2. !Qué recuerdos! Allá en los años cincuenta. Ahora Corujo me resulta irreconocible. Recuerdo a los veraneantes: los Salgueiro, Barreiro, Casas, Gabriel y Galán, Moreno, nosotros los Escatllar…y gente del pueblo, como los Fernández, Montoro, Xende, el maestro…

    • Realmente mucho cambió Corujo. Yo, que veraneé siempre entre los 70 y los 80, ya noté los cambios en toda la zona hace tiempo. Las pistas y senderos se convirtieron en pequeñas calles y proliferaron los nuevos chalets donde antiguamente había maizales y otros campos de cultivo. Pero sigue siendo un buen lugar para veranear, o incluso para vivir, por su gran proximidad al centro de Vigo.

      • No sé si llegaste a conocer el campo de fútbol que había en las Roteas. Nosotros íbamos a hacer chocolatadas al bosque inmediato junto a invitados de Vigo que venían en tranvía y otros veraneantes. Luego jugábamos a la pelota en dicho campo, en el que a veces acampaban gitanos; al otro lado de la carretera había una fuente de la que bebíamos y en la que alguno se contaminó, porque la alimentaba un regato en el que bebían los caballos de los militares. Pero un año en que volví vi que en el campo se habían construído viviendas sociales.
        Una anécdota curiosa es que en aquellos años cincuenta y en las Roteas un guarda le disparó a un lobo un tiro de pistola, sin acertarle.

      • Pues la verdad es que el campo no lo recuerdo, ya soy más de la época en que se hacía el polígono que mencionas y que existe hoy en día allí. Lo que sí hacíamos a veces con amigos en los 70, era ir a un bosquecillo que hay antes de llegar a las Roteas, que también se ve desde Ricardo Mella, donde en en esa época íbamos andando por el antiguo camino que había quedado tras desparecer el tranvía.

  3. Otros lugares a los que íbamos de excursión, aparte de a los montes Alba y Louteiro, era a un molino donde había un cuervo que hablaba, ya que lo habían recogido herido.
    Personaje inefable era la jefa de la Estación, baja y gorda. La Estación era para mí y el hermano que me antecede lugar de reunión con los respectivos amigos, y a veces teníamos problemas con ella. Su marido hacía de jardinero, incluso cuando ya el tranvía no funcionaba.

  4. Los de la aldea eran un tanto brutos. El primer día que mis padres llegaron a la casa de veraneo se fueron a pasear por un caminito que partía de la finca; y les salió el propietario de la casa cercana con una hoz, mientras su mujer le gritaba «no los dejes pasar» (más tarde resultó que mi madre les iba a comprar pescado). Y a mi hermano y sus amigos les persiguió una mujer con un cuchillo de cocina, mientras escupía sobre la improvisada arma y hacía cruces sobre ella con la saliva, jurando que los iba a matar.

    • Si, jajaja, yo también recuerdo alguna situación similar por los caminos entre las fincas, como cuando te metías de niño entre los maíces de un campo y salía el dueño gritando improperios y persiguiéndote. No les gustaban mucho los veraneantes, salvo a los que sacaban un dinero con ello.

Deja un comentario